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Son tantos los caminos secretos de la Patagonia que cada quien los anda a su modo.
No sirven los guías ni los mapas.
No existe cartografía que explique sensaciones ni oriente emociones.
Jamás encontrarás informes meteorológicos que describan la tibieza de las tierras frías.
La Patagonia con amor te deja cicatrices para que sus luces perduren en tu piel.
Mahana lo ha vivido.
Mahana vio bosques que trepan el cielo.
Vio pampas que extienden sus manteles.
Vio nubes que se espejean en los lagos.
Lo embrujaron las aguas que cabalgan las piedras y pacen sus entornos omniverdes.
Y nos trae el silencio armonioso de vertientes nacientes.
Nos trae desde la memoria de sus ojos los alaridos de los ríos.
Nos trae los llantos mudos de auxilio de las aguas tercas que se aferran a los helechos y nalcas mientras bajan.
Mahana no puede preservar nuestros ríos.
Por eso los pinta.
Antes que se agoten.

Juan Forch